Ella
decide recostarse para evitar el pensamiento. Decide soñar y no mantenerse
despierta.
Pero esta intranquila, dormita por
segundos…
El llanto invade su cuerpo sin saber que
extraña más, en ese momento despierta atontada y perdida en una nebulosa de ensueño
se encuentra con la verdad… la cercanía
tan deseada y obtenida confirmaba la distancia, el adiós.
Adiós que de improviso aparece y provoca el dolor incesante que penetra
desde el infinito sin que ella tan simple y apabullada tenga
la posibilidad de reaccionar ante un impacto tan grande.
En tan solo cosa de segundos se sentía
seca de dolor. Paralizada por la
certeza.
No era sorpresiva, sino tan solo una
evidencia que esperaba, que sabía que
llegaría con el correr de los años, pero no quería escucharla.
No sabia en ese momento que eso era
parte de la liberación que tanto necesitaba para poder continuar despierta.
Solo podía sentir el dolor, solo quería
sentir el dolor, en algún punto lo creía merecido por el solo hecho de
canalizar esa incertidumbre que se trasforma. Que hace presión.
Presión en su pecho, que la asfixia, quiere
gritar, quiere escapar pero se encuentra inmutable en su dormitorio con la
verdad obsoleta.
Sentía cada lágrima, cada una permitía
por instantes liberarse de la parálisis física que la contenía y al mismo
tiempo la sometía.
Moja su cara, llora incansablemente, su
mente obstaculizada no reacciona, no
quiere ceder. Se siente abrumada, por la verdad tan clara que no cabe lugar a la negación.
El dolor penetra en su cuerpo de tal
manera que simplemente se apaga, sin estimulo ni reflejo. Es de su cuerpo para
su cuerpo, desde el punto más vulnerable
a la extremidad más abstracta.
No había pensamiento posible ante la
verdad, solo la verdad a modo de cartel luminoso. Deseaba parar su mente, tan
solo salir de la certeza por unos segundos, poder acomodar su sentimiento para que no
ejerza con tanta presión y poder
respirar, pero la tarea se dificultaba
con cada sollozo.
Ese
dolor que provoca el llanto era el mismo que lo interrumpía para que
emerja con mayor intensidad, ese era el único alivio que podía sentir, esa
rotación de sonidos e intensidades permitían un movimiento, que la hacían
sentir por momentos un poco viva.
Un poco humana.
Y en ese mismo momento la realidad salía
a la luz, tan sencillo, la situación estaba fuera de sus manos, no era su
verdad. No así era su dolor.
Sin la capacidad para modificarla, ni
aceptarla, la hace pasar de mano en mano casi sin querer sentirla solo la toma
con la punta de sus dedos como si hirviera…
mira sus manos se encuentran vacías.
Desbordada, paralizada, vulnerable, acechada
ante esa verdad que resuenan en cada rincón de su cuarto, junto con cada
recuerdo.
Ese desconsuelo era el único que ya no
quería sentir, que no deseaba, demás esta decir que no esperaba.
Esa era la razón por lo cual todo era
tan intenso y ella estaba perdida, en un estado tan grande de indefensión y vulnerabilidad. No lo
esperaba o simplemente no quería verlo.
La debilidad pasa a ser ella misma, un
humano que siente el dolor indescriptible y el anhelo.
Mira su reflejo en el espejo y descubre la tristeza en sus ojos,
inmediatamente el dolor es visible, se descubre…al mismo tiempo no se encuentra en esa mirada tan
desconsolada y sin rumbo.
Pero lo que en realmente logra ver va mas allá de su aspecto, es ese sentimiento de espanto que la atemoriza,
que la alarma tanto. La verdad.
Atascada en la idea de dolor olvido su procedencia. Obviamente adrede.
Logra pensar, el llanto languidece, su
cuerpo se pone firme y decide. Ya no quiere sentirse ajena al dolor, sino
transitarlo, se sienta en su cama mira un papel, este totalmente sin esencia
revolotea de la mesa al piso alejándose con la brisa que entra por la ventana y
así, entre sus dedos abarrotados de nicotina y el olor a marihuana que la
envolvía descubre el rito inexorable del
sentir y en ese mismo instante casi sin querer esta liberada, esa agonía
perenne muta a una tristeza en su mirada, ya no ejerce presión en su pecho,
solo es melancolía que la deja respirando con poca dificultad, que le permite
ver el horizonte.
Y mirándose así, desnuda un comienzo,
ahora sabe que la verdad libera.
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