viernes, 16 de diciembre de 2016

Explotada

De amores y pobrezas

La última vez que escribí con tanto ímpetu y energía fue esa noche después de un par de cigarros con la tana y fue mágico. Los dedos disparaban palabras. La mente estaba hechizada y vomitaba a gritos todo lo que había permanecido adentro. Ese fue un momento de alegría. Entusiasmo. La juventud brotaba y desbordaba. Fueron épocas donde todo podía ser. En potencia todavía podíamos soñar, era la edad en que tenia permitido soñar.

Ahora, con sueños rotos y atravesando cada día con un desgarrador pasado que no quiere,  no dejan que suelte. Las sombras de lo que un día fue me persiguen y nublan la cosecha de hoy. Todo se vuelve tan gris y confuso. El corazón late rápidamente, escucho claramente cada latido, la respiración se vuelve agitada, las manos sudan, y las lágrimas que alguna vez no lloraste afloran. Son minutos eternos en los que la presión en el pecho duele. Ensordece. Y lo único que nos ayudaría sería acabar con el dolor. En ese instante empiezan los deseos de la propia muerte. La fantasía del suicidio.

Lleva trabajo controlar y reconocer cuáles emociones, y qué situaciones, lugares despiertan ese chip que pensábamos dormido. Tal vez un simple aroma, una figura, un color nos activan y disparan este comportamiento. Errático, para ese momento, pero acertado para todas esas situaciones que dormimos inconsciente o  bien a consciencia.

Una vez estaba en el trabajo, el cual en realidad odio, me pagan mal, trabajo muchas horas, me pagan menos que mis compañeros hombres, y encima al ser mujer debo realizar las tareas de limpieza del lugar. Más alla de sentirme miserable por esta situación, tampoco es motivo para romper en llanto. Pero sucedió, y qué desperto todo. Paso un señor caminando frente a la boletería, pero este señor tenia algo peculiar, caminaba igual a mi papá. Y sucedió. Explote en llanto, de repente lo recordé. Recordé lo que era sentirse contenida, recordé el amor y recordé su ausencia, ese gran hueco que dejó en mi su partida. Y no me podía sostener, comenzó la taquicardia, el llanto... y la presión en el pecho que desgarra el alma.

Empecé terapia porque no es normal llorar así de la nada, lo único que pude denotar con la terapia es que ya sabía que me ocurría, y las soluciones del terapeuta nunca fueron las mías. Supongo que encontrar un terapeuta acorde a nuestros mambos y con el cuál sentirse cómodo es casi tan difícil como conseguir una depiladora. Que haga bien su trabajo, pero que tampoco nos desgarre más de lo que estamos al intentar sacar los traumas que cargamos. 

Esta necesidad de escribir, reescribir, es la manera mas sana de ahuyentar mis demonios, los fantasmas que me acechan que no es otra cosa si no mi propia mente.

Hoy explote porque en el trabajo, basicamente me meten el dedito en el culito. Pero bueno hay que agradecer a los empresarios de rodillas por darme trabajo. ¿? Digno. En el cual todos los días debo aguantar comentarios sexistas del resto de las boleterias, debo soportar que me paguen menos por ser mujer, y por supuesto lo debo agradecer. Mientras agradecer tener un día de descanso para estar con la familia, organizar la casa, las amistades, las mascotas. Ahhh y qué dichosa soy de no tener hijos. En realidad más que dichosa me diría inteligente, llegar a mis 30 sin hijos,  a sabiendas que si traigo uno al mundo pobre cachorro humano no me alcanzaría la vida para proveer los tres pilares, salud, dinero y amor. O tal vez soy muy cobarde.

Y en si la soledad, o mejor dicho la vulnerabilidad me deja así. Trapo de piso.

Cuando pasa y me calmo. Y veo todo completo, lo afortunada de tener  dos gatos y un perro que son mis bebés. A mi pareja que me ama y me acepta así  como soy, y me ayuda hasta cuando hago todo para que me deje corriendo. Su amor incondicional. Y vienen a mi el amor de mis sobrinos, mis hermanos, mis amigos. Son la luz dentro de tanta oscuridad. Pensar que un simple abrazo nos puede aliviar tanto.

Y así pasan los días, entre risas, abrazos y llantos.

Una montaña rusa de emociones dispersas, opuestas.

A veces solo necesito de un abrazo. Y de esas palabras. Everything is gonna be allrigth. Gracias Bob¡!