El otro día
mientras pensaba en una respuesta a una pregunta hipotética que alguien me
haría me di cuenta de algo. La mayoría de las respuestas a preguntas obvias,
son obvias, pero en mi caso voy un poco
más allá, al pensar respuestas elaboradas, utilizando todas las figuras
retóricas que tenga a mano de modo de parecer alguien mas inteligente de lo que
soy. Como decía estaba ensayando una respuesta a una hipotética pregunta que
alguien me haría y me vi, que digo me vi, me escuche a mi mismo, en mi mente
decir el nombre de la persona que me acompañaba antes que el mio y en ese instante me asalto la duda: ¿Por qué había puesto a otra persona antes que a mi? Esto no tiene nada que ver con mi
propio egoísmo, puede que sea una persona egoísta, puede que no, eso no viene al caso, tampoco viene al caso
esa regla gramatical de la “Real Academia Española” que dice que la primera persona es la que se nombra en último término cuando ya se nombró a todas las personas que lo acompañan en ese
momento. Esta regla además de absurda me parecía incómoda, ya que de este modo
podía hasta olvidar de nombrarme a mi mismo, si lo hago después de las otras
personas. Como sea siempre me nombro a mi mismo antes que a los demás y siento
una especial satisfacción cuando
alguien me hace notar mi error gramatical, sin saber la utilidad real de la
regla ya que, si obedece a la regla,
además de intentar hacerla cumplir, sin saber cuál es el sentido de esta, su
desenvolvimiento en su propia vida podría estar signado por el mismo estricto acatamientos
de reglas de las cuales no conoce el sentido. Lo que a mí, en verdad, me
inquietaba era la razón por cual había puesto el nombre de alguien más antes
que el mío...
Confiar en la mente podía ser peligroso, si tenemos en
cuenta que siempre nos está engañando, eso es sabido, nos engaña en los recuerdos que no son tan lindos como se
recuerdan, ni somos ni tan brillantes ni tan imbéciles por más
que lo diga nuestra limitada autopercepción, por lo cual, que mi mente haya puesto a otra persona
antes que a mi no seria precisamente una señal inequívoca de mi interés por
esa persona. Esta extraña discusión conmigo
mismo es una señal muy evidente de mi propia evasión de la realidad.