El primero apareció una mañana en la
que estaba barriendo, vi un cilindro chiquitito de medio centímetro
de largo, parecido a un grano
de arroz, pero el color y la textura no dejaban dudas de que
era un gusano asqueroso y huidizo, aunque no pudo escapar a la escoba
y la palita. El segundo apareció muy cerca del anterior en la
cocina, pero ya no estaba solo, eran tres al principio pero cuando
termine de barrer, dos más salieron reptando, inútilmente
intentando escapar. Yo me apresure a sacarlos antes de que él los
viera, ya que conozco su aversión a todos los insectos; en este caso
inferí un asco mayor, teniendo en cuenta el aspecto de estas larvas
blanquecinas e inmundas.
La mañana siguiente aparecieron unos cuantos más, esta vez en otro
lugar de la cocina, a unos metros de donde había encontrado a los
otros. El tema empezó a preocuparme y comencé a buscar la origen
del problema. Eran larvas de mosca, así que definitivamente se
estaban alimentando de algo en putrefacción. El perímetro donde
habían aparecido era de unos cinco metros cuadrados en la cocina,
los primeros entre la heladera y la cocina, y los últimos entre la
puerta y la mesa. Entre el lugar de aparición de los primeros y los
segundos había unos tres metros de distancia, por lo que podían
venir desde el mismo lugar.
Lo primero que revise fue la heladera,
detrás y debajo, con resultados nulos, luego la cocina en la que
tampoco encontré nada y en última instancia la alacena, la cual
solo contiene alimentos no perecederos, por lo que la búsqueda fue
en vano. Los gusanos seguían apareciendo, no de manera masiva, sino
a través de pequeñas expediciones de 4 o 5 con una movilidad
sorprendente, puesto que podían atravesar un metro en unos segundos
con ese arrastrarse caótico, ya que no se le puede llamar a eso
reptar. Cuando Juan Carlos, se puso a maullar delante nuestro,
mientras tomábamos mate, entre sus patas pude advertir un pequeño
gusano casi saltando en el piso. Él reacciono muy mal pensando que
el gato se estaba pudriendo, sin embargo luego de una exhaustiva
inspección, el animal no tenia ninguna señal de que una familia de
larvas se lo estuviera comiendo.
El problema ya era grande cuando se
agravó aún más. En la mañana él encontró un horrible,
pegajoso, y por demás movedizo gusano en la cama, indignado y
furioso se puso a buscar a un fumigador o control de plagas, o lo que
pueda encontrar en Internet. Lo más apropiado que encontramos fue
una desinfección total de la casa, la cual se llevo a cabo al otro
día. Más tranquilos, confiados en la química devastadora de toda
forma de vida, volvimos a la casa. Ya instalados me fui a duchar para
yo también estar limpia. El ataque de repulsión que tuve cuando vi
caer de mi propia cabeza a la bañera un gusano fue tal que le vomite
encima. Salí corriendo a buscar un espejo. Con las manos temblando y
reflejando el espejo que traje en el espejo del baño revise mi
cabeza sin resultados, no había nada, por más que buscara, puse los
espejos en todos los ángulos posibles, pero nada. Fui directo hacia
el hospital. Me revisaron y no encontraron ningún rastro de viscosos
gusanos, se rieron de mi. Sin haber podido salir del shock volví a
la casa, tome la nafta del auto, rocié toda la casa y la prendí
fuego sabiendo que ellos estaban ahí, incluso él.
Las capas y MM by
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