Una cuadra separaba su casa de la parada del colectivo, una
sola cuadra que la paralizaba, que no la dejaba respirar, que no era la cuadra en sí, por qué que es una
cuadra más que cien metros, o algo así, de largo, no era la cuadra sino “eso”. Eso
que la empieza a observar antes de darle dos vueltas a la llave, antes de bajar
las escaleras, incluso antes de levantar la persiana, incluso antes de abrir
los ojos. Eso, que no se ve pero está ahí, eso que no era la cuadra pero vive ahí,
esperándola, asechándola, midiéndola continuamente. Eso que no ve pero escucha
su respiración, exhala, inhala, exhala, inhala, como bufidos, eso que la observa
aunque su persiana este cerrada y las cortinas puestas, eso que se cuela hasta
por donde el frio no puede.
De lunes a lunes esa cuadra le aterraba, es mísera cuadra,
no, esa mísera cuadra y esos 10 minutos que tarda en llegar el colectivo, esos
15 minutos, y más, de incontable terror. 6:30am "pii-pii-pii-pii" 4 pitidos,
apaga el despertador, lo siente, 6:40 "pii-pii-pii-pii" apaga el
despertador, lo percibe, está ahí, 6:45 "pii-pii-pii-pii" apaga el
despertador, la persiana está cerrada, pero igual, está confirmado, ya está del
otro lado, observándola, sintiéndola, necesita salir de esa cuarto, necesita
alejarse de las ventanas. Ya es insoportable. Se calza unos short y sale
corriendo, a su paso va prendiendo todas las luces a ojos cerrado, no puede ver
oscuridad, ahí se encuentra eso que la aterra, aunque no lo haya dejado entrar,
aunque se lo haya negado, aunque haya sellado toda rendija, ahí está, es
imposible, si la boleta de luz no
viniera tan alta nunca se apagarían, pero es imposible, para eso necesitaría ganar
más, y para eso habría que cambiar de
trabajo y no le gustaban los cambios, aunque fueran para mejor. Las luces prendidas y se encierra en el baño, había
elegido un primer piso justamente para que no haya claraboyas, ni ventilas, ni
nada que se le asemeje, no se podía correr riesgos, aunque odiaba bañarse a la
mañana y lavarse los dientes antes de desayunar, iba al baño como rutina,
solamente porque era su guarida, su santuario, su bunker anti-eso que la asecha.
Estaba retrasando todo, otra vez. Mentalmente
recorre los pasos: salir del baño, correr a la cocina, café con leche en el microondas. Respira profundo, a la
cuenta de 3 empieza, uno, dos tres… ya! corre.
La radio seguía sonando desde hace 3 meses, se le habían quejado los vecinos de
arriba, por lo cual había tenido que tapizar todo el techo y paredes con telgopor
y separadores de huevo, si hubiera sabido tocar algún instrumento se podría
haber inventado que tenía una banda y que usaban su casa como sala de ensayo,
pero no era el caso, así que decidió dejar de invitar gente después de que le
hayan preguntado, reiteradas veces, si estaba loca, y no, no lo estaba, lo que
pasa es que eso la seguía y en el silencio era peor, pero al tratar de explicarlo…
había desistido, nadie entiende, ni aunque tuviera lógica, hasta sus amigos habían
empezado a mirarla preocupados y a preguntar de más. La radio no se apaga y ya,
el silencio es aterrador, el silencio lo hace percibir aun con más
nitidez, el silencio te hace percibir lo
desconocido, lo que no ves.
Termina de desayunar, se cambia, y hace recuento de cosas,
mochila? lista, auriculares? listos, música, abrigo, cigarrillos, llaves? Listos.
Antes de salir “démosle play”, tan fuerte suena que ni siquiera escucha sus pasos,
va. Y ahí es el momento, la llave en mano, los ojos cerrado, de lunes a lunes
lo mismo, respira, inhala, exhala, inhala profundo, exhala, inhala aún más
profundo, media vuelta de llave, solo falta una, exhala, inhala, sabe que está
ahí, no abre los ojos, solo media vuelta más, exhala, lista para la carrera, el
rubio en la mano ya encendido, la otra media vuelta, inhala aún más profundo,
mantiene la respiración y… … … corre, no importa que, corre, corre lo más rápido
que puede, aunque sus músculos lloren agotamiento, aunque sus pulmones no den abasto,
corre y lo siente, a medio metro, a 20 centímetros, a dos centímetros, medio centímetro,
el colectivo, el rubio estaba prendido al pedo, se sube -$4 por favor- el colectivo
va casi lleno, se dirige al único asiento
vacío al fondo y, por fin, exhala en un suspiro mientras mira su cuadra, no había
nadie, no había nada, pero estaba ahí, al acecho, mirándola, esperándola.
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-Y, no se te ocurrió pensar, digo, no?, que eso mismo que te
persigue y te observa rutinariamente, desde, incluso, antes de levantarte, sos
vos?- No sabía cómo contestar, la habían descubierto.